Thursday, February 10, 2005

La divina proporción



Seguro que habrás visto esto antes. Está en los libros de historia, en ciertos salvapantallas de Windows, está hasta en camisetas. Si eres arquitecto, ingeniero, médico, crítico de arte, o incluso si solamente has visto mucha televisión, este nombre te resultará conocido: Leonardo Da Vinci.

Cuando tenía algo más de 15 años y como parte del entrenamiento básico de un programador, me topé con el reto de crear un programa que fuera capaz de generar esta secuencia de números:

1 1 2 3 5 8 13 21.....

Esta serie aparentemente al azar, o en la que no se adivina ninguna relación, se llama "la serie de Fibonacci" y es un reto matemático bastante difícil hasta que uno se da cuenta que los numeros de la serie se forman sumando los dos anteriores, empezando con el 1. El segundo numero seria 0+1, que es 1, el tercer numero seria 2+1, que es 3, y asi sucesivamente.

Por qué y para qué? ni idea. Lo único que puedo decir es que nunca olvidaré ese nombre y esa secuencia de números. Lo que nunca adiviné fué que si uno divide cada numero por su anterior, el resultado tiende a ser 1.681... que es el número PHI (se pronuncia fi), un número cuyo origen es algo parecido al famoso PI (3.1416...). Lo cual resulta que es una especie de constante universal, presente de alguna manera en toda la naturaleza, por eso se llama "la divina proporción" o la "proporción aúrea".

Este dibujo de Leonardo daVinci afirma que en el hombre, encerrado por un círculo, dando a entender que es el centro del universo, es posible encontrar la divina proporción en muchos lugares, el más notorio es este: al medir la altura de una persona, desde los pies hasta la cabeza, y dividir ese número por la altura desde los pies hasta el ombligo, el resultado tiende a ser 1.681....

Si crees ser perfecto, mídete de ambas maneras, y divide la altura mayor para la menor. Si resulta que sacas 1.681, te felicito... eres un hombre o una mujer ARMONICAMENTE perfecto(a) y eso te acerca más al prototipo de belleza universal al que admiran todos los grandes artistas, y al que muchos quisieran aproximarse.